Los cambios en el sistema financiero español de los últimos años no sólo se traducen en la fusión y absorción de entidades sino que van más allá. Suponen también la implantación de nuevos tipos de sucursales y formas diferentes de relacionarse con los clientes.
España contaba en 2008 con un total de 46.161 oficinas bancarias en las que trabajaban 278.073 personas. En 2011, tras la reestructuración del sector por la crisis económica e inmobiliaria, el número de sucursales descendió considerablemente. Se calcula que desapareció cerca del 50% del sector financiero.
Pero no sólo han disminuido las oficinas: también ha cambiado la forma como se administran. Este factor ha venido alimentado sobre todo a raíz de los cambios de hábitos de los clientes y por la implantación de nuevas tecnologías, procesos que según las previsiones se debían ir imponiendo poco a poco pero que se han acelerado por la crisis del sector.
Y siguen los cambios. En este sentido, en un futuro se prevé que habrá menos oficinas pero serán más grandes y potentes y contarán con entre 15 y 20 empleados (en la actualidad suelen tener entre cuatro y seis de media).
Así lo creen el consejero delegado de CaixaBank, Juan María Nin, y su homólogo en BBVA, Ángel Cano.
Precisamente, de un tiempo a esta parte, ambas entidades han empezado a renovar sus sucursales. Las están haciendo más amplias y diáfanas y han incorporado gestores y asesores financieros que atienden a los clientes.
Noticia vista en Cinco Días: La banca da un giro a la sucursal tradicional e implanta la megaoficina