En un artículo publicado en Invertia advertíamos de los peligros que supone dejar de pagar las deudas por circunstancias ajenas a nuestra voluntad y sugeríamos algunas soluciones.
La tasa de paro ha aumentado hasta el 10, 8% en el conjunto de la Unión Europea y España se sitúa entre los países con peores índices de paro. La tasa en nuestro país alcanza ya el 27,16% según la Encuesta de Población Activa (EPA).
Se trata de un cifra muy desalentadora, especialmente para la población joven entre la cuál la tasa de paro se sitúa ya en el 57,2%. Con estos datos, España se posiciona en segundo lugar después de Grecia como país con peor tasa de desempleo juvenil.
Sin duda, el número de españoles sin empleo crece mes a mes. A cierre del pasado año la cifra de desempleados en nuestro país se colocó al borde de los 6 millones de personas (5.965.400) y la tasa de paro alcanzó una cota histórica del 26,2%. Crecieron además los hogares en los que todos sus miembros se encuentran desocupados, un 16,4% más que en 2011. Ahora estas cifras han superado ya los 6 millones (6.202.700 personas) y la tasa se sitúa en el 27,16% de parados.
El aumento del paro ha tenido un efecto directo en el endeudamiento de los hogares españoles que no han tenido otra salida que apretarse el cinturón. Según datos del Banco de España la deuda de los hogares españoles disminuyó un 3,6% en 2012 hasta situarse en 835.342 millones de euros, lo que sitúa esta variable en niveles del 2007, previos a la crisis. Y es que, cada vez se recurre menos al crédito bancario. Pero, ¿qué pasa con aquellas personas que se encuentran en paro y que deben hacer frente al pago de sus deudas bancarias?
¿Cómo afrontar una deuda estando en paro?
Si está en una situación de desempleo y tiene problemas para hacer frente al pago de las cuotas mensuales de sus préstamos (personales o hipotecario) acuda al banco e intente negociar con su entidad financiera. Desde el comparador bancario Credimarket, se insiste en la importancia de no esperar a dejar de pagar dos o tres cuotas para acudir a renegociar sus deudas. Desde la primera letra impagada el banco le aplicará unos intereses de demora y unas comisiones por reclamación de posiciones deudoras que se irán acumulando a lo que ya le debe al banco.
En el contrato de un préstamo figuran cuáles son los intereses de demora que la entidad le aplicará en caso de que se retrase en su pago. Algunos bancos y cajas aplican unos intereses de demora de 2,5 veces el interés legal del dinero, lo que equivale en la actualidad a un 10% TAE. Sin embargo, como la obligación legal sólo impone el pago del interés mínimo correspondiente, en la mayoría de los contratos se establecen tipos de interés mucho más elevados en sus cláusulas, de ahí que se puedan encontrar intereses de demora de hasta el 29% TAE.
Si la deuda es por un préstamo, la entidad financiera le cobrará, además, una comisión por reclamación de posiciones de deudoras que puede llegar a ser de hasta 35 euros. Si la deuda corresponde a una tarjeta de crédito y se ha sobrepasado el límite del crédito concedido, el banco o la caja le podrá cobrar, además, una comisión por sobre excedido del límite del crédito que tiene una cuantía fija de 30 euros.
Tanto los intereses de demora como las comisiones se irán acumulando a la deuda original. En caso, además, de que esta deuda persista durante varios meses (6 meses suele ser el límite), la entidad financiera se la puede reclamar judicialmente y le podrá embargar sus bienes -presentes y futuros- para intentar saldarla. En este caso, además, deberá hacer frente a las costas judiciales.
Por lo tanto, antes de llegar a esta situación, la recomendación es acudir a la entidad financiera e intentar negociar algún tipo de alternativa.
¿Qué se puede negociar con el banco?
En estos momentos, las entidades financieras se encuentran abiertas a la negociación con sus clientes. Al banco no le interesa contar con un crédito moroso en su balance y por lo tanto siempre intentará llegar a un acuerdo con el cliente. Pero, ¿qué se puede negociar con la entidad financiera?. Varias son las alternativas:
1.- Periodo de carencia: durante ese periodo el titular de un préstamo sólo abonará los intereses y no amortizará capital. Permite, por tanto, durante un tiempo, pagar una cuota inferior. Debe saber, sin embargo, que cuando ese periodo de gracia termine, se incrementará el importe de las cuotas y por tanto el coste final del préstamo.
2.- Ampliar el plazo de amortización: en un préstamo personal, el plazo de amortización suele ser de unos 5 años aunque se puede ampliar esta variable hasta los 10 años. Si se trata de un préstamo hipotecario sólo podrá ampliar el plazo de amortización si su préstamo original tiene un plazo inferior a los 40 años. Con el alargamiento del plazo reducirá la cuantía de las cuotas mensuales pero incrementará los intereses a devolver. Por ejemplo, ampliar una hipoteca 5 años eleva un 13% el coste total del préstamo.
3.- Renegociar el tipo de interés: es otra de las alternativas que se pueden negociar con la entidad para hacer más «favorables» las condiciones de un préstamo. En principio, la entidad se mostrará más abierta a este tipo de negociación dependiendo de la vinculación del cliente, de la antigüedad del mismo con la entidad e incluso de si tiene familiares que también son clientes del banco. Analizará, además, el historial crediticio del cliente, es decir, si se trata de un buen pagador que está afrontando problemas económicos puntuales.
4.- Reunificación de deudas: aunque es una operación complicada de conseguir -el banco sólo aceptará llevarla a cabo si el cliente cuenta con ingresos estables- podría intentar negociarla. Consiste en agrupar todas los créditos y deudas en un único préstamo hipotecario con el objetivo de pagar menos al mes. Se trata de cambiar préstamos al 20% o créditos al consumo al 8% por un único préstamo hipotecario a un tipo de interés mucho menor (de entorno al 4,5%). Además, mediante la reunificación de deudas conseguirá alargar el plazo de amortización con lo que pagará menos al mes. Terminará, no obstante, abonando más intereses. En la actualidad, además, el banco sólo dará el visto bueno a la operación si el capital total que queda por amortizar y que compondrá el nuevo préstamo hipotecario no supera el 80% del valor de tasación de la vivienda.
Varias son las opciones que existen antes de dejar de pagar un préstamo bancario. Frente a esta situación, es importante ser proactivo y acudir a la entidad financiera desde el primer momento en el que se sepa que se va a tener algún tipo de dificultad para hacer frente al pago de las deudas contraídas.