Contar con una buena solvencia económica es más importante de lo que parece: no solo influye en tu capacidad para pedir un préstamo personal o una hipoteca, sino también en gestiones tan cotidianas como alquilar una vivienda o acceder a determinadas ayudas. Por eso, entender qué es exactamente la solvencia, cómo se mide y de qué forma puedes mejorarla, puede marcar la diferencia.
- 1 ¿Qué es la solvencia económica?
- 2 ¿Qué tipos de solvencia existen?
- 3 ¿Es lo mismo solvencia que liquidez?
- 4 Factores que influyen en tu solvencia económica
- 5 ¿Cómo calcular tu solvencia?
- 6 ¿Cómo acreditar tu solvencia económica?
- 7 Cómo mantener una buena solvencia económica
- 8 ¿En qué casos se exige demostrar solvencia?
- 9 ¿Qué pasa si no puedes pagar? Ley de Segunda Oportunidad
- 10 Encuentra tu préstamo ideal con CrediMarket
¿Qué es la solvencia económica?
La solvencia económica hace referencia a la capacidad que tiene una persona o entidad para hacer frente a sus compromisos financieros, sin importar cuándo deba asumirlos. Es, en esencia, un indicador de estabilidad financiera y de seguridad para terceros, como bancos o arrendadores.
Disponer de solvencia implica contar con suficientes recursos —ya sean en efectivo o en activos— que permitan afrontar deudas, gastos u obligaciones sin comprometer la economía personal. Por este motivo, es uno de los factores que más se valoran a la hora de conceder financiación o alquilar un inmueble.
¿Qué tipos de solvencia existen?
La solvencia económica puede manifestarse de dos formas, ambas con matices importantes:
Solvencia técnica
Una persona tiene solvencia técnica cuando, gracias a su patrimonio o activos, tiene capacidad potencial para asumir sus deudas. Es decir, cuenta con recursos suficientes para respaldar sus obligaciones.
Solvencia efectiva
Se refiere a la capacidad real y líquida de pago. A diferencia de la técnica, aquí sí se dispone del dinero necesario en el momento preciso para afrontar un gasto. Una persona podría tener solvencia técnica —por ejemplo, propiedades valiosas— pero carecer de liquidez inmediata para pagar una deuda urgente.
¿Es lo mismo solvencia que liquidez?
Aunque pueden parecer sinónimos, son conceptos distintos:
- Solvencia: refleja si una persona tiene recursos (patrimonio) suficientes para cumplir sus obligaciones.
- Liquidez: indica qué parte de esos recursos están disponibles inmediatamente en efectivo para asumir gastos a corto plazo.
Así, se puede ser solvente y no tener liquidez, si los activos disponibles no se pueden convertir fácilmente en dinero.
Factores que influyen en tu solvencia económica
Varios elementos determinan el grado de solvencia que puedes tener en un momento dado:
- Balance entre ingresos y gastos: mantener un equilibrio positivo es clave.
- Gestión de deudas: acumular créditos reduce la capacidad de afrontar nuevas obligaciones.
- Entorno económico: factores como inflación, desempleo o cambios en los tipos de interés tienen impacto directo.
- Política fiscal: subidas de impuestos o cambios legislativos pueden alterar tu capacidad de pago.
- Imprevistos graves: crisis sanitarias, catástrofes o accidentes pueden deteriorar tu situación económica repentinamente.
¿Cómo calcular tu solvencia?
Para evaluar tu solvencia debes calcular tu patrimonio neto. Hazlo en tres pasos:
- Suma todos tus activos: incluye dinero, propiedades, vehículos, inversiones, derechos…
- Suma tus pasivos: todas las deudas o compromisos pendientes (hipotecas, préstamos, tarjetas…).
- Resta pasivos a activos: el resultado será tu capacidad de solvencia. Si es positivo, tu salud financiera es buena.
¿Cómo acreditar tu solvencia económica?
Existen diversas formas de demostrar que eres solvente, y dependerá del contexto (bancario, alquiler, subvenciones…). Las más habituales son:
- Certificado bancario: emitido por tu banco, refleja tu situación financiera y relación con la entidad.
- Extractos bancarios: sirven para mostrar tus movimientos, ingresos y estabilidad mensual.
- Justificantes de ingresos: como nóminas, pensiones o rentas por alquiler.
- Documentación de propiedades: títulos registrales que prueben que eres propietario de bienes.
- Certificados de inversión: por parte de brókeres o entidades que gestionen tus activos.
- Certificado de inquilino no moroso: especialmente útil si vas a alquilar una vivienda y quieres generar confianza.
Cómo mantener una buena solvencia económica
Mantener la solvencia a lo largo del tiempo requiere constancia y control financiero. Aquí algunos consejos clave:
- Evita el sobreendeudamiento. No acumules créditos innecesarios.
- Intenta tener ingresos estables. Si puedes, apuesta por fuentes recurrentes y diversificadas.
- Ahorra. Disponer de un fondo de emergencia puede marcar la diferencia en momentos complicados.
¿En qué casos se exige demostrar solvencia?
Es habitual que se solicite acreditar la solvencia en los siguientes contextos:
- Al pedir un préstamo o crédito: los bancos analizarán si puedes devolverlo.
- Para acceder a ayudas públicas o becas: las administraciones evaluarán tu situación económica.
- Al alquilar una vivienda: los arrendadores buscan garantías de que puedes pagar mensualmente.
- En procesos judiciales o concursos de acreedores: para acreditar tu capacidad o imposibilidad de pago.
¿Qué pasa si no puedes pagar? Ley de Segunda Oportunidad
Si la insolvencia llega, existe un mecanismo legal para personas físicas llamado Ley de Segunda Oportunidad. Esta normativa permite a particulares y autónomos cancelar sus deudas si cumplen ciertos requisitos. Aunque no todas las deudas pueden eliminarse, sí ofrece una salida a quienes se vean en una situación límite.
No se podrán exonerar, entre otras, las deudas por alimentos, derivadas de delitos o sanciones administrativas muy graves.
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