En la economía familiar existen multiplicidad de gastos: fijos, imprevistos, de mayor o menor tamaño… En este artículo nos vamos a centrar en los gastos hormiga, pequeños gastos que realizamos de forma recurrente, a los que no prestamos mucho caso pero que pueden mermar nuestras finanzas.
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Qué son los gastos hormiga
Los gastos hormiga reciben su nombre por su tamaño. Y es que son pequeños desembolsos de dinero que realizamos sin pensar, irracionales. Posiblemente, y debido a la naturalidad con las que los asumimos, están más que asumidos en nuestro día a día.
No hay un listado de gastos hormiga: pueden variar en función de la persona y sus hábitos. Eso sí, todos están diseñados por el mismo patrón:
- Implican un importe reducido de dinero.
- Suelen ser recurrentes, se repiten con cierta frecuencia o periodicidad.
- Pasan desapercibidos en el presupuesto familiar.
- No se les da importancia.
Con todo, afectan a las finanzas familiares. Y es que, si no están controlados, se pueden llevar un buen pellizco de los ingresos. De ahí que sea de capital importancia tenerlos detectados… y dominarlo.
Gastos hormiga: ejemplos
Como hemos apuntado antes, no hay un listado concreto de gastos hormiga. Dependen de cada persona y de sus hábitos vitales. Pero sí podemos acercarnos a los más comunes. Aquí te vamos a listar algunos ejemplos de gastos hormiga, pero ojo. Solo lo serán si se efectúan de forma recurrente:
- Cafés o desayunos completos en cafeterías.
- Menús diarios.
- Tapa o caña después de trabajar con los compañeros.
- Comprar comida preparada para comer o cenar en casa.
- Regalos o detalles para amigos o compañeros.
- Compras impulsivas (de ropa, en las rebajas, por ejemplo, o de alimentos en el súper).
- Algunas salidas nocturnas.
- Usar el coche como medio de transporte habitual (si existen otras alternativas. Si no, seguir métodos de ahorro en el coche).
Cómo evitar los gastos hormiga
Los gastos hormiga pueden afectar a nuestra economía si se realizan de forma recurrente. Pero todos tenemos derecho a darnos un gusto y no hay nada malo en desayunar en la cafetería o irse de cañas con los compañeros, después de una jornada laboral. El problema, para nuestras finanzas si más no, es cuando se lleva a cabo con cierta asiduidad, a diario.
Control de los gastos hormiga (y el resto)
Pero a lo que vamos: sí, hay formas de evitar los gastos hormiga. El punto de partida pasa por la planificación. Para ello, tendremos que saber cuánto nos gastos a diario y semanalmente. Y en qué.
Así tendremos que anotar todos los gastos que se tengan en nuestro día a día. Todos: desde el café hasta el boleto de la Primitiva, pasando por la bolsa de frutos secos que te ayudará a pasar la mañana o la barra de pan para la cena.
Puede parecer tedioso, pero es la clave. Porque al saber en qué nos gastamos el dinero podremos distribuir el presupuesto.
Aprender a decir no para frenar los gastos hormiga
Insistimos: no hay que llevar una vida monacal. Sencillamente, ser consciente de qué gasto implica cada acción. Por tanto, comer un día fuera de casa, tomarse un par de (buenos) cafés a la semana o irse de cañas con los colegas pueden entrar dentro de nuestras finanzas familiares. Eso sí, de forma controlada.
En este caso, puede resultar útil destinar un presupuesto concreto a “salidas” y una vez agotado el saldo, decir no a cualquier propuesta que surja (por tentadora que sea).
Aplicar técnicas de ahorro
Una forma de evitar los gastos hormiga es ponerse objetivos de ahorro, con técnicas para tal fin. Por ejemplo, a través del método del céntimo, el kakebo o el 50 30 20.
Gastos hormiga, gastos vampiro y otros
Como hemos visto, los gastos hormiga afectan a nuestras finanzas personales. Pero no son los únicos. Te mostramos los más destacados:
- Gastos vampiro: son los imprevistos. Aquellos que llegan y se han de afrontar. Una avería en el coche, la rotura de un electrodoméstico, una fuga de agua o una caldera que ha decidido que ha llegado a su fin.
- Gastos fantasma: no los vemos, pero están. De hecho, contamos con ellos. Serían la cuota de una plataforma de streaming o del gimnasio, algunos seguros, suscripciones a apps o webs, telefonía o servicios como electricidad o gas… Y hay que revisarlos de tanto en tanto para ver si realmente les sacamos provecho o podemos mejorar las condiciones.