Para tener una salud financiera óptima hay que gestionar muy bien dos elementos de nuestra economía: los ingresos y los egresos. Aquí nos vamos a centrar en estos últimos.
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Qué son los egresos
Dentro del patrimonio de una familia o de una empresa, se pueden producir ingresos e egresos, entradas y salidas de dinero, respectivamente. Ambos tienen, desde el punto de vista financiero, un papel relevante si pretendemos tener estable las finanzas personales o del negocio.
Si bien se suele prestar mucha atención a la parte de ingresos, es realmente en el concepto de egresos donde radica la clave, puesto que es fundamental para tener una correcta gestión del flujo de caja y poder mantener debidamente controlado el presupuesto familiar o empresarial.
Porque los egresos reflejan toda salida de dinero que pueda producir. Y que se dirige al pago de obligaciones, de servicios necesarios o la adquisición de bienes.
De ahí que, para gozar de una buena salud financiera, sea necesario llevar un control férreo del patrimonio que entra y sale; y cumplir con la regla básica de que los egresos no sean mayores que los ingresos. Para poder llevar dicho control deberemos de realizar una planificación financiera realista a partir de:
- Conocer perfectamente todos los tipos de ingresos que se producen, tanto los fijos como los variables.
- Identificar los egresos que son necesarios y diferenciarlos de otros, como los gastos hormiga.
- Realizar un análisis para localizar inversiones que puedan ser interesantes
- Llevar a cabo una gestión óptima de las deudas.
Tipos de egresos
Los egresos se pueden clasificar en 2 categorías: pueden ser inversiones o hacer referencia a gastos operativos. Te los explicamos.
Las inversiones dentro de los egresos
Consiste en adquirir bienes o activos intangibles que pasarán a formar parte del patrimonio. Su finalidad es que, con el paso del tiempo, se revaloricen y el día de mañana poder venderlos para obtener una plusvalía o ganancia económica.
A su vez, estas adquisiciones de bienes pueden ser de dos tipos:
- Materiales o tangibles: por ejemplo, la compra de un inmueble. Supone una inversión porque conlleva el desembolso de una cantidad económica y el objetivo es lograr una ganancia, la cual puede ser periódica (arrendando la vivienda) o bien definitiva (vendiendo dentro de un tiempo el inmueble).
- Inmateriales o intangibles: por ejemplo la compra de acciones de una empresa que cotiza en Bolsa. La finalidad residirá en esperar que, con el tiempo, el precio de esos títulos se revalorice y se incremente. Y, entonces, venderlos para obtener la correspondiente plusvalía.
Los gastos operativos
Los gastos operativos se refiere a aquellos que son necesarios para el funcionamiento de una empresa o para el día a día de una familia. Además, no van a suponer una plusvalía el día de mañana.
- En un negocio: por ejemplo el abono cada mes de las nóminas de los trabajadores, el alquiler de las oficinas o naves industriales…
- En una familia: por ejemplo, la cesta de la compra, el pago de la letra de la hipoteca o de algún préstamo, el gasto periódico de suministros (la factura de la luz, el agua, el gas, internet), los gastos del coche como la gasolina, etc.
Diferencias entre ingresos y egresos
Hemos visto que en toda planificación financiera que busque mantener saneadas las finanzas, los dos elementos clave son los ingresos y los egresos, es decir, lo que entra y lo que sale del patrimonio.
Ambos elementos guardan una estrecha relación, aunque son conceptos más que diferentes, opuestos:
- Egresos: es el dinero que deja de formar parte del patrimonio y que puede implicar un gasto puntual con vista a obtener más adelante una ganancia (inversión) o bien un gasto definitivo que en ningún caso supondrá en el futuro una plusvalía. En ambos casos, al tratarse de una salida de capital, conllevará la reducción del patrimonio.
- Ingresos: es el dinero que entra a formar parte del patrimonio y que lo incrementa. Pueden tener su origen por la venta de algún bien, la prestación de servicios, los intereses por inversiones, herencia.
Ingresos, egresos y salud financiera
Existe la creencia errónea de que una persona o una empresa que cuente con ingresos elevados goza de una óptima salud financiera. Y no tiene por qué ser así. De hecho con ingresos relativamente bajos también se puede tener una viabilidad financiera aceptable. Esto es debido a que el verdadero centro de atención hay que fijarlo en los egresos, en lo que sale del patrimonio.
Por ejemplo, una persona con ingresos de 1.500 euros mensuales que controle los egresos y los tenga por debajo de esa cantidad, tiene una economía viable. En cambio, otra persona con ingresos de 3.000 euros y egresos por la misma cantidad estará siempre al filo de la navaja y no se podrá decir que tiene una salud financiera buena.
Por tanto, si bien es cierto que los ingresos juegan un papel importante en la ecuación de la salud financiera, son los egresos el eslabón clave. El que hay que controlar y gestionar correctamente. Y se puede conseguir con una buena gestión y administración del capital y los recursos económicos, todo ello encuadrado en una buena planificación financiera.